lunes, 7 de diciembre de 2009

NEOVASCULARIZACIÓN COROIDEA

La NVC es la principal causa de pérdida visual en los pacientes con DMRE. Se estima que un 90 por ciento de la ceguera legal irreversible en los pacientes mayores a 50 años de edad en los Estados Unidos se debe a la DMRE. Definimos ceguera legal cuando la agudeza visual es inferior a 20/200 en la cartilla de Snellen.

Una serie de signos y síntomas característicos aparecen como consecuencia de los cambios anatómicos causados por la fuga de líquido y sangre de este tejido neovascular hacia los tejidos subretinianos e intraretinianos.

Los pacientes que desarrollan la NVC se quejan de una disminución súbita de la agudeza visual desde moderada a severa que generalmente va acompañada de metamorfopsia (distorsión visual) y escotomas centrales o paracentrales, sin embargo cabe mencionar, que a diferencia de otras enfermedades de retina, la DMRE por afectar solamente el área macular, no es una enfermedad que ocasione ceguera total (amaurosis permanente).

En la etapa terminal, habitualmente, el paciente solo manifestará un escotoma central, manteniendo intacto el campo visual periférico, lo que le permitirá visión periférica, o sea que el paciente podrá ver “por los lados”. En muy raros casos, la NVC puede atravesar el tejido de la retina y sangrar a la cavidad vítrea (hemovitreo), en este caso, el paciente presentaría una baja visión generalizada.

En la fondoscopía, el área macular luce los cambios secundarios a la presencia de una membrana neovascular, como son la elevación o el desprendimiento del epitelio pigmentario, hemorragias intraretinianas o subretinianas, desprendimiento neurosensorial de la retina y exudados duros. En ocasiones la NVC podrá ser vista como un tejido gris- verdoso. Histopatológicamente la NVC puede estar por debajo del epitelio pigmentado o penetrarlo y posarse en el espacio intraretiniano. Clínicamente pueden ser estos estadios reconocidos mediante el uso de medios de contraste.

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